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Thursday, June 4, 2015

Apetito (Vocabulario)

Apetito

  1. m. Ganas de comer:
    se le ha abierto el apetito.
  2. Impulso instintivo que lleva a satisfacer deseos o necesidades:
    tienes que controlar tus apetitos.
  3. Lo que excita el deseo de alguna cosa:
    apetito carnal.

Apetito

  • hambre, gana, apetencia, glotonería, gula, gusa, necesidad, voracidad, ansia, avidez, bulimia, carpanta, deseo, gazuza, gusto, inclinación, tragaderas
    • Antónimos: desgana, inapetencia, saciedad, hartura
 

Sunday, August 24, 2014

Cómo perder peso y no volver a ganarlo (BBC)


"Sólo se vive una vez", solía decir Helen Whewell, una británica que estaba en la categoría de obesa mórbida. "Hay que disfrutar de las cosas buenas de la vida", era su filosofía a la hora de comer.


Pero cuando desarrolló una grave enfermedad cardíaca y le dijeron que su peso era un riesgo para su vida, ella y su familia finalmente decidieron que la situación había llegado al punto de "dieta o muerte".

Con la ayuda de Sioned Quirkel, una dietista especializada, resume así para la BBC lo que en su experiencia resulta efectivo a la hora de perder peso.

Olvídese de las dietas yo-yo


Muchos tenemos sobrepeso y tratamos de perder kilos. Pero más de la mitad de los que se ponen a dieta vuelven a ganarlos.


A mí me negaron tratamientos médicos importantes hasta que perdiera una cantidad considerable de peso.


Había estado más delgada antes, pero necesitaba encontrar la manera de perder peso y no volver a engordar.


¿Cómo dejar las dietas yo-yo?


Aunque uno debe pedirle consejos personalizados a un profesional de la salud, he aquí algunos métodos que me sirvieron.

Compenétrese


Pesa
¡Deje el miedo y enfrente la realidad!


Aunque la tentación es evitar que a uno lo pesen, estar ciego a la realidad no ayuda a perder kilos.


Súbase a la pesa


Yo le tenía pavor a que me pesaran pero es la única forma de saber cuánto hay que perder y, después, cuánto se ha perdido. El sólo bajar 5 a 10% de peso ya trae un beneficio significativo para la salud.


Póngase una meta


No se trata sólo del peso al que le apunta, sino también la razón por la cual quiere alcanzarlo. Cambiar su dieta y estilo de vida traerá beneficios adicionales. Si los escribe, le servirán de motivación cuando la necesite.


Pueden ser sentirse más seguro de sí mismo o evitar problemas de salud asociados con el sobrepeso. O quizás volver a usar una prenda favorita o jugar con sus hijos o nietos.


Incluya a su familia


Helen Whewell
El sobrepeso que cargaba Helen Whewell estaba poniendo en riesgo su vida.


Asegúrese de que la gente más cercana sea su mejor aliada. Pídales que se ocupen de la cena, mientras va a hacer ejercicio. Y que no se quejen cuando la nevera ya no esté llena de tentempiés cargados de calorías. Habrá momentos difíciles cuando su fuerza de voluntad podría fallarle pero tener cerca a alguien que le apoye ayudará.


Premios


Establezca unas minimetas en el camino a la meta final y dese premios cuando las alcance.

Asegúrese de que los premios no son alimentos pues eso refuerza el poder que puede tener la comida en nuestras vidas.


Eche al crítico


Todos somos nuestros peores críticos pero eso tiene que cambiar. Cierto, usted es una persona con sobrepeso, pero está haciendo algo al respecto. Y recuerde: la perfección no existe así que no se critique por darse un gusto de vez en cuando: lo que importa es la moderación.

Manténgase activo


Danza del vientre
Ir al gimnasio no es la única manera de hacer ejercicio.


Me aterraba la idea de ir a un gimnasio... sencillamente sentía que no pertenecía a ese ambiente.


Necesitaba encontrar algo con lo que me sintiera cómoda.


Yo tengo un empleo sedentario así que lo que empecé a hacer fue caminar unos 20 minutos en mi hora de almuerzo.


Luego, descubrí una clase de danza del vientre cerca de casa y voy cada miércoles. No importa si no me sé todos los pasos, es una clase tranquila, divertida y definitivamente nos hace sudar.


Así empecé a sentir un poco más de confianza en mí misma y lista para ir al gimnasio.

Lo que aprendí es que si uno va poniéndose en forma de a poquitos, encuentra lo que se ajusta más a su personalidad y empieza a disfrutarlo.

No deje que el hambre le venza


El hambre puede ser uno de los asuntos más difíciles con los que va a tener que lidiar y quizás va a tener que aprender a adquirir hábitos nuevos de comida.


He aquí siete consejos que pueden ayudar.


1. Mantenga suministros saludables


Contenido de la nevera


Asegúrese de que tiene a mano tentempiés saludables pero deshágase de toda la comida chatarra que tiene poco o ningún valor nutricional.


2. Compre inteligentemente


Planee lo que va a comprar y no olvide incluir cosas saludables que le gusten mucho. Nunca vaya al mercado con el estómago vacío. Siempre lleve una lista y no se deje lleva por la tentación.


3. Manténgase hidratado


Tome mucha agua. Uno puede sentirse hambriento cuando lo que realmente está es sediento, así que tome unos dos litros de fluidos al día.


4. Distráigase


Un antojo no dura mucho tiempo. Distráigase por unos 15 minutos y pregúntese: ¿realmente necesito comerme eso? ¿Vale la pena?


5. Déjese llevar por la nostalgia


Busque fotos de cuando estaba más contento con su peso y ponga alguna en la nevera. Escríbase también notas de aliento.


6. No coma por consuelo


Aprenda a reconocer cuando su hambre es una señal de otra cosa, como estrés o fatiga. Comer por razones emocionales puede llevar a un círculo vicioso así que busque otras maneras de lidiar con ese tipo de problemas.


7. Dígale 'no' a soluciones temporales


Si quiere perder peso y no volverlo a ganar, tiene que cambiar su forma de pensar: es un estilo de vida a largo plazo. Es normal fallar ocasionalmente en el camino pero no se dé por vencido completamente.

¿Cuál es su debilidad?


Perder peso es difícil y todos tenemos nuestro propio "talón de Aquiles". ¿A cuáles de estos le queda más difícil renunciar?


Alcohol

Vino


Evite tener trago en la casa y use el dinero que se ahorre para comprar algo que realmente le guste.


Comer afuera


Restaurante


Perder peso significa moderación así que si usted realmente quiere darse un gusto, incorpórelo a su estilo de vida saludable: no tiene que renunciar a todo.


El sofá

Gimnasio


Si la idea de ir al gimnasio le hace sudar, busque alternativas como caminar, montar bicicleta, consolas de juegos activos o equipo de ejercicio en casa.


Cocinar e invitar amigos


Utensilios de cocina felices


Encuentre versiones más saludables de la comida que le fascina y experimente con cosas como kebabs de frutas en vez de pasteles.

Saturday, April 5, 2014

¿Realmente deben las familias cenar juntas cada noche? (BBC)


A todos nos gusta sentarnos alrededor de una mesa con nuestra pareja, nuestros amigos o nuestra familia.

Como profesional y amante de la gastronomía sería absurdo que no disfrutara de compartir una velada frente a un buen plato de comida. Y entiendo la importancia de las comidas familiares para el bienestar de todos sus miembros, especialmente de los niños.
Pero ¿es imprescindible hacerlo todos los días?

Estoy cansado de que me hagan sentir culpable por no sentarme a compartir la comida cada noche.

Los artículos de periódico nos agobian constantemente, los psicólogos nos apuntan con el dedo, nos hacen sentir que hemos fallado como un núcleo familiar si no logramos hacerlo.
Una investigación publicada por la revista Américan journal Pediatrics indica que en las familias que comen juntas, los niños tienen 35% menos de posibilidades de desarrollar trastornos alimentarios. También son 24% más propensos a comer sano y tienen 12% menos de posibilidades de ser obesos.

Pero otro estudio de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, apunta que "las comidas familiares deberían ser una parte de una gama de rutinas y rituales familiares que reflejen las creencias y prioridades en la crianza".

En otras palabras, el tipo de familias que comen juntas son también las que disfrutan de realizar otras actividades juntos. Eso es lo que les lleva al éxito.

Así que no se torture. Hay otras maneras de ser un buen padre y potenciar una relación constructiva.

No es terrible

Escena del pasado
Para las familias modernas cenar todos los días juntos es un objetivo difícil de alcanzar.

Para algunos de nosotros, sentarnos alrededor de la mesa con nuestra familia es, sencillamente, imposible.

Si uno trabaja en turnos o viaja a menudo, no tiene la opción de sentarse a cenar con sus niños día a día. No es nuestra culpa, y no deberíamos sentirnos culpables.

Pondré como ejemplo mi propia crianza. Nací en los años 70 y crecí en los 80. Mis dos padres tenían trabajos de tiempo completo.

A veces trabajaban hasta tarde. Otras, mi papá se iba a jugar al squash y se tomaba una cerveza al terminar o mi mamá iba al gimnasio. Por eso durante la semana nos cuidaba sólo uno de los dos: o mamá o papá. Era raro que nos juntáramos a cenar todos por la noche.
¿Quiere esto decir que tuve una infancia peor que el resto? ¡De ningún modo!

De hecho me beneficié en otros aspectos. Constantemente había algo de comer en casa. Mamá siempre cocinaba una tarta o cualquier otra cosa deliciosa que pudiéramos calentar al regresar de la escuela.

Como consecuencia, mi hermano y yo aprendimos a ser independientes.

Además esto daba a nuestros padres tiempo para sí mismos y la posibilidad de escaparse de las riñas de dos hermanos peleones.

Objetivo: una comida semanal

Pollo al horno
Quizás sólo una vez a la semana es suficiente.

Los sábados, mi hermano y yo jugábamos al fútbol con el equipo del pueblo y yo competía en motocross en un club local (recuerde que eran los años 80).

Tan pronto regresábamos a casa volvíamos a salir a la calle a buscar a nuestros amigos y estar con ellos hasta que se hacía de noche. Ya tarde, nos comíamos cualquier cosa que cayera en nuestras manos y no lo formalizábamos necesariamente como una comida.

La única regla que mi mamá y mi papá establecieron fue que cada domingo todos nos sentábamos alrededor de la mesa para una almuerzo familiar en su sentido más tradicional.

Era un látigo de tres fustas: no había escapatoria. Mi hermano y yo intentábamos estirar al máximo la hora a la que había que volver a casa…y papá nos amenazaba: "si no han llegado a las 4, botaremos su comida a la basura".

Por eso pedaleábamos lo más rápido que podíamos en el camino de vuelta para llegar y darnos cuenta de que, una vez más, faltaba una hora para que la comida estuviera lista.

Pero el truco de mi padre funcionaba y siempre llegábamos a casa a tiempo para poner la mesa y participar en la preparación de nuestra comida familiar.

Tanto si el menú era una carne al horno o alguna nueva receta proporcionada por la famosa cocinera de la tele británica Delia Smith, los domingos siempre se convertían en una ocasión especial.

No todo es comer

Aunque nuestra comida familiar no sucedía todos los días, podíamos confiar en un ritual invariable, tan importante para mí como otras actividades que formaban parte de las noches de mi infancia.

Para mis padres era tan especial vernos a mi hermano y a mi correr por el del jardín como sentados a la mesa.

comida familiar
Pasar tiempo juntos, no necesariamente comiendo, es una manera igualmente buena de crear hogar. 

Esa es la clave. Pasar tiempo juntos, no necesariamente pasar tiempo comiendo juntos. Jugar, hacer ejercicio, entretenerse con juegos de mesa... todos cuentan de igual manera.
Incluso jugar videojuegos puede ser bueno. (Si, videojuegos. Por favor no lo descarten. No es todo matar zombis, muchos de esos juegos son rompecabezas o retos en los que hay que resolver complejos problemas).

Todos ellos pueden crear lazos familiares, y al mismo tiempo son compatibles con los ritmos de vida de cada uno.

No se es mala persona sólo por no poder sentars con la familia cada noche. Compartir una chocolatina delante de la televisión de vez en cuando no es el fin del mundo.



Saturday, June 15, 2013

Consejos para la buena salud (vidaysalud.com)


Cambiar algunos hábitos diarios puede significar la diferencia entre tener buena salud y estar enfermos.

El tener una buena salud es crucial para llevar una vida feliz y placentera. El estar sano significa que nuestro cuerpo funciona de forma normal y que no hay nada fuera de balance. Estar sano es también tener una mente equilibrada y en armonía con el cuerpo. Muchas veces, por la velocidad de la vida que llevamos, nos olvidamos que la salud es un tesoro. Sólo la valoramos cuando nos enfermamos.

Los hábitos saludables son, en gran parte, los que determinan que tengas buena salud. Y cuando me refiero a hábitos, hablo precisamente de aquello que haces todos los días: dormir, comer, mantenerte hidratado, hacer ejercicio, bañarte, protegerte del sol. El buen desarrollo de estos hábitos seguramente te ayudará a tener una vida más larga y más sana. Hagamos un recorrido por estos consejos para tener una buena salud.

Come frutas y verduras: Lo ideal es comer nueve porciones de frutas y vegetales al día. Pero si, ya sé que estás abriendo los ojos porque te parece mucho. Entonces ahí va: cinco. Come cinco porciones de frutas y vegetales al día y te salvarás de varias visitas al médico. Un estudio realizado en la Universidad de Harvard dice que esta cantidad suministra los antioxidantes y la fibra necesarios para reducir las enfermedades cardíacas y para mantener un peso sano. (Una porción equivale aproximadamente a la mitad de una fruta, o media taza de frutas, o media taza de vegetales)

 

Haz ejercicio: Lo ideal sería 30 minutos de ejercicio cardiovascular (o más) 5 días o más a la semana. Pero como ya sé que a veces te cuesta levantarte del sofá, pues ahí te va una dosis más manejable: ¿qué tal 17 minutos al día? Esto equivale a dos horas a la semana. ¡Y ni siquiera tienes que hacerlo seguidito! Puedes dividirlo en segmentos. Y los beneficios son infinitos: corazón sano, peso adecuado, músculos tonificados, estar de muy buen humor…etc., etc…
 

Duerme: Si eres de los que siempre duerme entre 7 y 8 horas diarias, vas por el camino correcto. Unos estudios recientes indican que los que tienen problemas para dormir o duermen menos 7 horas, están incrementando su riesgo de sufrir hipertensión, enfermedades cardíacas y hasta diabetes. Nuestro cuerpo necesita descansar y recargar sus energías para tener buena salud.


Mantente hidratado: Antes se decía que ocho era el número mágico de vasos de agua al día que se debían tomar. Ahora se sabe que no es necesario beber ocho, pero toma líquidos con las comidas y cada vez que sientas sed. Bebe más si haces ejercicio o hace mucho calor. Los únicos que no pueden depender de la sed para beber agua son los niños pequeños y los ancianos porque en ellos el mecanismo de la sed no funciona bien y tienen que acordarse de beber. No sé si sabías, pero el cuerpo está hecho de agua y necesita de este líquido para funcionar. Otras fuentes de líquido son las frutas, la sopa, el té y los vegetales. Recuerda, agua=buena salud.
 

Lávate las manos: idealmente con agua y jabón, usando el jabón mínimo durante 15 segundos. Varios estudios han demostrado que el lavarse las manos con agua y jabón elimina más del 90% de los microbios que causan infecciones y que pueden alterar tu buena salud. Lávate las manos siempre después de ir al baño, al tocar a alguien que está enfermo, y cuando cocinas. Especialmente cuando tocas carne cruda y vegetales sin lavar.


 Usa bloqueador solar: Diariamente. No importa que esté nublado. Proteger tu piel de los rayos ultravioleta evitará lesiones en la piel, incluyendo cáncer. Lo ideal es un bloqueador de mínimo 15 de factor de protección.


El tener y mantener una buena salud depende en parte de nuestros hábitos. Es mejor prevenir que lamentar. Así que toma nota de estos consejos y ¡a ponerlos en práctica!


Wednesday, May 15, 2013

Anorexia y Bulimia (laguia2000.com)


La anorexia y la bulimia son trastornos de la alimentación. En la anorexia el afectado se obstina en no tomar alimento, hasta llegar a una delgadez extrema que puede llegar a provocarle la muerte.

El anoréxico se ve siempre obeso, tiene una percepción distorsionada de su esquema corporal, que no acepta, que le indica que siempre está excedido de peso, por lo que sigue con su empeño de no ingerir alimento.

La anorexia está asociada con la bulimia, que consiste en la provocación del vómito después de haber comido en exceso, para no subir de peso.

Ambas afecciones se consideran trastornos de la personalidad relacionado con posibles problemas familiares que producen un conflicto psicológico asociado generalmente con la depresión. 

La mayoría de las veces este mecanismo se desencadena por la moda y la necesidad de bajar de peso para usar vestimentas que exhiben las modelos, por lo general extremadamente delgadas.

Es evidente que subyace un sentimiento de inadecuación del propio cuerpo que nunca logra cumplir con los supuestos requisitos que imponen en forma transitoria las exigencias de la moda.

En hospitales públicos, se registran hasta diez consultas por mes de cuadros de anorexia y bulimia de chicos de nueve o diez años, principalmente durante los meses de verano.

Estos datos corresponden al Hospital de Niños Sor María Ludovico, de La Plata y el Larrain, de Berisso, donde funciona un centro de referencia provincial para trastornos de la alimentación. Algunas niñas de 9 a 15 años incluso, han debido ser internadas por presentar un cuadro crítico.

Se puede inferir que en la Capital Federal, este índice de casos podría ser mucho más elevado, considerando la mayor concentración de personas.

No siempre estos trastornos están vinculados con la moda, ni ocurre con preferencia en una determinada clase social. Es una patología que puede desarrollarse por otros factores y en pacientes de todos los sectores sociales.

Es importante tomar conciencia que es necesario un seguimiento de estos pacientes, aún después de haber desaparecido aparentemente los síntomas, ya que se trata de un trastorno que puede aparecer en forma recurrente.

La terapia grupal con pacientes que sufren la misma afección resulta muy eficaz para este tipo de tratamiento.

Por lo general, a estos pacientes los traen a la consulta, no vienen por propia iniciativa, por lo que no se puede contar con una buena disposición de su parte para revertir este proceso.

Cuando la seriedad del trastorno lo requiere es aconsejable la internación inmediata y la atención multidisciplinaria del sector especializado en estos graves trastornos de nutrición , que incluye médico clínico, nutricionista, psicólogo y psiquiatra.

Una vez superada la etapa crítica, la alimentación en el hogar de estos pacientes tiene que ser controlada estrictamente para evitar recaídas, ya que esta enfermedad puede provocar la muerte.

La dulzura que domina el mundo (BBC)


Estamos inundados por el azúcar. Nadamos en azúcar. El azúcar se ha metido en todos los aspectos de nuestra dieta diaria, desde los dulces con los que nos consentimos hasta productos esenciales, como el pan procesado.

Sabemos que mucha azúcar es mala para nosotros. Pero estamos enganchados: el azúcar es algo tan común que es difícil creer que alguna vez no lo fuera.
Descubierta originalmente cuando crecía en forma silvestre en el Pacífico Sur alrededor del siglo VIII a.C., viajeros y comerciantes ayudaron a propagarla por todo el planeta.

Durante siglos fue tomada como un símbolo de estatus, demasiado costosa para consumirla en grandes cantidades.

El idilio amoroso con el azúcar de Reino Unido -que eventualmente tendría el monopolio del comercio mundial del producto- comenzó en el Siglo XVII. Colonos en la isla de Barbados descubrieron que la caña crecía en el suelo pedregoso de la isla, donde el algodón y el tabaco no prosperaban.

Con sus tres cosechas al año, el cultivo del azúcar se convirtió en un negocio lucrativo. El descubrimiento generó una "fiebre del azúcar" que atrajo a cientos de colonos hacia Barbados, ansiosa de capitalizar la riqueza que había creado.

La producción masiva de azúcar hizo rica a Gran Bretaña y la ayudó a construir su imperio.

Azúcar en números

  • El principal exportador de azúcar en el mundo es Brasil, seguido de India, Tailandia, China y Pakistán. El gigante sudamericano da cuenta de aproximadamente el 25% de la producción mundial.
  • Según estadísticas del grupo francés Sucres and Denrés, el mundo consume unos 165.000.000 de toneladas de azúcar por año, lo que significa un promedio de 23 kilos por persona.
  • La zona del mundo que más consume azúcar es el Lejano Oriente. Según estadísticas de la FAO (años 2005-2006), daba cuenta de un tercio del consumo mundial. América Latina consumía un quinto del total en el mismo período.
Era una tarea muy física. Al principio, hombres "duros" provenientes de Escocia e Irlanda hacían el trabajo pesado, pero pronto fueron reemplazados por una opción más barata: esclavos del occidente de África.

Fue un período oscuro de la historia británica, dice el profesor de Historia Económica de la Universidad de Hull, David Richardson.

"No creo que se pueda subestimar la importancia del azúcar en la esclavitud trasatlántica. Seis millones de africanos esclavizados fueron depositados en las Indias Occidentales, y cuando se mira la cifra de quienes fueron liberados, ésta es mucho menor. La razón: el azúcar mata esclavos en el proceso de cultivo y refinación", explica.

Los esclavos estaban a merced de los dueños de las plantaciones y de los capataces, a quienes poco importaba su bienestar. Incluso mujeres embarazadas eran puestas a trabajar en los campos, y a los esclavos no se les garantizaba una nutrición adecuada.

Dibujo de esclavos africanos en una plantación colonial
La historia del azúcar no puede desvincularse de la esclavitud.

"Éstas son personas que estaban ahí para hacer dinero e irse. El objetivo del sistema era producir azúcar, no dar una vida sencilla y tranquila a los esclavos. Siempre y cuando tuvieras acceso a más esclavos", añade el especialista.

Monopolio

Gran Bretaña tuvo el monopolio del comercio de caña de azúcar por más de un siglo. Durante las guerras napoleónicas de principios del Siglo XIX, los británicos bloquearon las rutas comerciales de los franceses en el Caribe, lo que disminuyó significativamente el suministro del dulce producto en esa nación europea.

Ansioso de encontrar una solución, Napoleón invirtió mucho dinero en la producción de la remolacha azucarera, un descubrimiento relativamente nuevo. Francia abrió unas 40 fábricas de azúcar proveniente de la remolacha y el país tuvo su dosis de azúcar garantizada otra vez.

No pasó mucho tiempo antes de que el azúcar proveniente de la remolacha inundara el mercado británico. El precio se desplomó y para 1850 se había convertido en un producto asequible.

El público parecía no saciarse nunca. Desde el té azucarado en el lugar de trabajo hasta las comidas en la mesa familiar, el azúcar se tornó indispensable.

Lejos de ser considerado algo poco saludable, pasó a jugar un papel importante en los hábitos alimenticios, según señala la historiadora Annie Gray.

"Era una cuestión de '¿acaso tus niños se van a comer ese pedazo de pan seco?' No. Si le pones un poco de mermelada, ¿lograrás que se lo coman? Sí".
"La gente puede sacar algo de azúcar de su dieta y poco a poco llegar a un punto en el que comen menos de éste, pero seguir disfrutando de lo que comen. En cierta forma estarían reprogramando su paladar" - Naveed Sattar, escuela de Medicina de la Universidad de Glasgow
No pasó mucho tiempo antes de que el azúcar se convirtiera en un favorito de las despensas familiares.

"Si te fijas en la dieta de la clase trabajadora a principios del Siglo XIX, verás papas, pan, queso y mantequilla si tienes suerte, quizás un poco de grasa de tocineta", refiere la doctora Gray.

"Al final del siglo tenemos pan, mantequilla o margarina, mermelada y pastel".

Tan adictos eran los británicos a este nuevo sabor, que a principios del Siglo XIX consumían unos 5 kilos de azúcar por persona al año. Al final de siglo la cifra había subido a unos 21 kilos.

Excesos

Pero este nuevo placer tenía un precio.

"Gran parte del contenido calórico de los pobres en el Siglo XIX provenía del azúcar, y el problema con eso es que podrían haberlo obtenido de otras fuentes que también contuvieran nutrientes. La malnutrición de la época era terrible", precisa Gray.

Ésta no es la única consecuencia negativa de consumir azúcar en exceso. También está asociado a las caries, la obesidad y la alta presión arterial. Las dos últimas pueden conducir asimismon a enfermedades del corazón y a diabetes tipo 2.

Con todo, el azúcar está tan metido en nuestra dieta que parece un hábito difícil de romper.
Pero para el profesor Naveed Sattar, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Glasgow, hay esperanzas.

Azúcar y cucharilla
Favorito de las despensas familiares.

"La gente puede sacar algo de azúcar de su dieta y poco a poco llegar a un punto en el que comen menos dulce, pero seguir disfrutando lo que comen. En cierta forma estarían reprogramando su paladar", afirma.

Romper con un paradigma de siglos de sabores azucarados podría requerir de mucha fuerza de voluntad, aunque Sattar está seguro de que es posible.

"Reprogramar el paladar puede tomar un par de meses, pero puede lograrse", dice.


Thursday, November 15, 2012

Aprender a Estudiar (laguia2000.com)

Contrariamente a lo que la mayoría se imagina, estudiar se puede convertir en algo placentero y productivo con menos esfuerzo y mejor resultado, que trasciende la obtención de una nota y que aspira a incorporar y procesar los conocimientos para utilizarlos como base para la creatividad.
 
Se trata de aprender a modificar hábitos de comportamiento nocivos que obstaculizan los propósitos de los estudiantes y atentan contra el rendimiento en sus estudios.

1) Dormir lo necesario. El cuerpo tiene un mejor funcionamiento y la mente está más alerta si se tienen en cuenta sus ritmos biológicos de sueño y vigilia.

2) No ir a clase con el estómago vacío. El cuerpo y la mente necesitan calorías para poder prestar atención y sentirse fuerte.

3) Cuidar la presencia personal. Estar presentable da seguridad y predispone mejor a los profesores

4) Llevar a clase todo lo necesario. No se puede desperdiciar energía ni perder información importante porque están buscando a alguien que les preste lo que necesitan.

5) Conseguir los libros o los apuntes que recomiendan los profesores.

6) Evitar las llegadas tarde y las ausencias a clase. La información que se pierde cuando no estamos en clase nos priva de elementos muy importantes a la hora de los exámenes. Los profesores pretenden principalmente que recuerden lo que dijo en clase.

7) Elegir los primeros asientos. La distancia es inversamente proporcional al interés. Cuanto más lejos del profesor mayores las oportunidades para distraerse. Se ahorrarían horas de estudio si concentraran la atención en la clase, se interesaran en los temas, y se involucraran participando con preguntas y opiniones con fundamente.

8) Tomar buenos apuntes en clase. En el nivel secundario los profesores dictan pero en el terciario no, igualmente se puede tomar buenos apuntes de los conceptos que generalmente son repetidos reiteradas veces.

9) Participar en clase. Existen dos maneras: haciendo preguntas y dando opiniones con fundamento. Hacer una buena pregunta es más difícil que contestarla, porque implica reflexionar y relacionar conceptos, además de requerir estar bien informado. No se puede preguntar sin haber leído sobre el tema. La opinión sin fundamento no tiene ningún valor, es solamente una apreciación subjetiva que no tiene sustento y por lo tanto no es digno de tenerse en cuenta. Una buena opinión exige saber algo sobre el tema.



10) Aceptar las reglas de juego. Las normas, los sistemas educativos, la metodología de enseñanza y los programas de estudio no son perfectos y pueden y deben ser mejorados; mientras tanto lo mejor será aceptar lo vigente porque toda limitación se puede trascender empezando primero por aceptarla.

11) Ser honesto. La confianza, el aprecio y la simpatía que inspira una persona honesta, difícilmente se consigue con otra virtud. No se puede ser medio honesto, hay que elegir una cosa u otra porque no se puede nadar entre dos aguas.

12) Ser coherente. No se puede pensar una cosa y decir otra. Es necesario comprometerse con una postura para poder defender con solvencia las propias convicciones.

13) Respetar la opinión ajena. Conocer otros puntos de vista aunque no se compartan amplía nuestra perspectiva y nos hace más flexibles.

14) Ser positivo, optimista y tener buen sentido del humor. Hay que aprender de los errores. El que apuesta a ganar es probable que lo logre. La tenacidad es una señal de fortaleza de carácter.

15) Ser solidario y comprensivo con los compañeros. El que quiere agradar a todo el mundo termina renunciando a él mismo. El otro merece consideración, no sólo para caerle bien sino para compartir momentos felices.

16) Respetar la propia naturaleza. Cada uno tiene un camino diferente y propio, sólo hay que estar atento y dispuesto.

17) Aprender a relacionar los conocimientos. Existen tres tipos de relaciones: relación de igualdad (dos conceptos pueden tener algo en común), relación de diferencia (dos conceptos difieren en algo que los caracteriza) y relación de influencia (un concepto tiene una influencia sobre otro y por lo tanto se relaciona).

18) Aprender para evolucionar. La ignorancia es causa del estancamiento y la falta de oportunidades. El aprendizaje tiene que estar orientado hacia el desarrollo de la creatividad.

Wednesday, October 31, 2012

Cómo el ambiente de un restaurante nos hace comer más (BBC)


La luz brillante y el ruido de un establecimiento de comida rápida influyen en la cantidad de alimento que consumimos. En un restaurante más refinado y tranquilo comemos menos, revela una investigación en Estados Unidos.

Los científicos de la Universidad de Cornell, Nueva York, y el Instituto de Tecnología de Georgia, querían investigar cuál es el impacto del ambiente de los lugares donde comemos en el número de calorías que consumimos.
Para llevar a cabo la investigación sometieron a varios participantes a dos experiencias distintas de comida.

El profesor Brian Wansink y su equipo convirtieron la mitad de un conocido restaurante de comida rápida en Illinois en un establecimiento de "alimentación refinada".

Analizaron cuántas calorías consumían los participantes en cada uno de los ambientes: el de comida rápida, con decoración amarilla y rojo, luces brillantes, música de rock a volumen alto y prisa y el ambiente más refinado y tranquilo, con luces a media luz y música instrumental de jazz a volumen bajo.

En ambos ambientes ofrecieron a los participantes el mismo menú del restaurante de comida rápida.

Más rápido, más comida

El estudio, publicado en Psychological Reports, encontró que en el ambiente relajado y más sofisticado los individuos consumieron, en promedio, 175 calorías menos.

Según los investigadores, "un ambiente de restaurante más estimulado y energético provoca que la gente coma en exceso porque se le alienta a comer más rápido".

"Pero si la atmósfera del restaurante provoca que la gente se sienta más relajada y pase más tiempo disfrutando su comida esto conduce a que coma menos".

Tal como expresan los autores, el hallazgo pone en entredicho la noción de que en un restaurante refinado consumimos más porque la atmósfera relajada nos permite quedarnos más tiempo que en un establecimiento de comida rápida.
"Estos resultados indican que suavizar las luces y la música de los establecimientos conduce a que la gente coma menos, goce más su comida y gaste exactamente el mismo dinero" Psychological Reports
El doctor Wansink explica que la luz y el ruido parecen influir en el consumo de alimentos porque tienen un impacto en el tiempo que pasa un individuo comiendo.

"Con música de rock pesado tenemos la urgencia de comer rápidamente", afirman los autores.

Además, se ha demostrado en los estudios de psicología de la alimentación que las luces brillantes y los colores rojo y amarillo también pueden crear una atmósfera agitada y frenética que hace que un individuo coma más y más rápidamente.

Los expertos creen que los productos que se ofrecen en los establecimientos de comida rápida están contribuyendo a la epidemia de obesidad por sus grandes porciones y la cantidad de calorías que contienen.

En calma

Lo que no se sabía hasta ahora es qué ocurre cuando esta misma comida se consume en un ambiente más calmado y tranquilo.

Para el estudio los participantes, que eran los clientes habituales del establecimiento de comida rápida, eligieron en qué parte del restaurante querían sentarse: el área "refinada" o el área normal.

Comida
La gente que gasta más, no necesariamente come más.

Los investigadores llevaron un registro del tiempo que pasaban comiendo y la cantidad de comida que consumían.

Asimismo, pidieron a los participantes antes de irse que calificaran la calidad de los alimentos que habían comido.

Algo que sorprendió a los investigadores fue que aún cuando los sujetos del área refinada ordenaron, en promedio, más alimentos (muchos pidieron, por ejemplo, un postre), en general consumieron menos calorías.

Además, a pesar de comer menos, los clientes del área refinada calificaron su experiencia y su comida de "más agradable".

Estos resultados, dicen los investigadores, ofrecen información valiosa para los restaurantes y la población general: si quieren consumir menos calorías y gozar más sus alimentos hay que comer más lentamente y reconocer cuando se está satisfecho.

Y el mensaje para los restaurantes, dicen los autores, es que "a diferencia de lo que se cree (de que la gente que gasta más come más) estos resultados indican que suavizar las luces y la música de los establecimientos conduce a que la gente coma menos, goce más su comida y gaste exactamente el mismo dinero".

Friday, August 31, 2012

¿Por qué comemos en exceso, incluso cuando estamos satisfechos? (vidaysalud.com)


A la hora de controlarse con las comidas, no todo es cuestión de fuerza de voluntad. Un grupo de investigadores italianos se dedicó a estudiar este tema y ha encontrado que podrían existir motivos fisiológicos que nos llevan a comer en exceso, aun cuando estemos satisfechos. En este artículo te contamos más detalles sobre este hallazgo.
 
No importa si son dulces, chocolates o bocadillos de crema, ya sean dos o diez, si Guadalupe los tiene al alcance de la vista no puede dejar de comerse todos, aún luego de una cena abundante que la ha dejado satisfecha. A Pablo le pasa algo similar, pero con los bocadillos salados. En general, luego del almuerzo, cuando todos están por servirse el postre, él no puede resistirse y, si es posible, vuelve a repetir el menú principal.

Todos tenemos alimentos preferidos que nos hacen perder la cabeza y ponen en riesgo nuestra dieta. Tanto, que hasta es posible que ni necesites pensar en cuáles son los que siempre se te apetecen, porque sólo basta con pensar en algo sabroso para que te vengan a la cabeza. Y si pudieras comerlos, la tentación sería tan fuerte que no importaría que tuvieras el estómago vacío o lleno. ¿Por qué ocurre eso y por qué comemos en exceso, incluso cuando estamos satisfechos?

Un grupo de investigadores italianos se hizo esta pregunta y se dedicó a investigar la respuesta. Para ello hicieron un pequeño estudio que consideran preliminar (pues sólo consideraron a ocho participantes) pero que ofrece un nuevo punto de vista sobre este tema: independientemente de qué tan “llena” se sienta una persona, si se le atrae con alimentos sabrosos, parecería que el cuerpo está programado para recompensarse comiendo de más.

Lo novedoso es, además, que no solo se trataría de una cuestión de fuerza de voluntad ni de una necesidad “calórica”, sino que habría factores físicos que intervienen en esta decisión. Por ejemplo, ante la tentación, los científicos detectaron un aumento en los niveles de dos compuestos químicos claves: la grelina, una hormona producida en el estómago que ayuda a regular la recompensa y la motivación, y el denominado “2-AG” (2-araquidonilglicerol), que se relaciona con el apetito.

Para llegar a este hallazgo, que fue publicado en la edición de junio de la revista Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, los investigadores del departamento de psiquiatría de la Universidad SUN de Nápoles en Italia, analizaron a cinco mujeres y a tres hombres sanos de entre 21 a 33 años de edad, que no tenían sobrepeso ni obesidad, ni tampoco conductas problemáticas con la dieta o atracones con la comida.

Cada participante estuvo en dos pruebas de alimentación, con un intervalo de un mes, en las que consumieron un desayuno de 300 calorías (compuesto de 77 por ciento de carbohidratos, 10 por ciento de proteína y 13 por ciento de grasa) y luego debieron calificar su nivel de hambre mientras esperaban que pasara una hora.

Luego, en la primera oportunidad, se les permitió oler o ver durante cinco minutos lo que ya se había establecido que era su comida favorita o una comida que desearían comer incluso después de sentirse llenos. En la segunda prueba, en cambio, luego del desayuno se les ofreció un alimento poco apetitoso, que contenía exactamente los mismos nutrientes y calorías que el alimento sabroso de la primera prueba.

El resultado fue que, a pesar de una sensación general de saciedad tras el desayuno, los participantes dijeron que su impulso por comer y la cantidad que pensaban consumir eran significativamente mayores ante su comida favorita, en comparación con el alimento poco apetitoso.

Además, los investigadores tomaron pruebas sanguíneas que revelaron que, cuando los participantes comían su alimento favorito, los niveles de grelina aumentaban significativamente y permanecían elevados hasta dos horas después. En cambio, tras comer el equivalente nutricional poco apetitoso, los niveles de grelina bajaron progresivamente.

Por su parte, los niveles del compuesto 2-AG se redujeron tras comer tanto la comida favorita como la poco apetitosa, pero siguieron siendo mucho más altos (hasta dos horas más tarde) tras la exposición y el consumo del alimento favorito.

¿Cuál es ese bocadillo que te hace perder la cabeza y olvidarte de la dieta? La próxima vez que lo tengas frente a tus ojos, piensa dos veces antes de entregarte a la tentación (y a las fluctuaciones de las hormonas).

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